Pocas películas en la historia del cine habrán tenido tantos problemas para ser rodadas, montadas y exhibidas como tuvo La Sal de la Tierra (Salt Of The Earth) en los Estados Unidos. Los integrantes del equipo sufrieron amenazas, agresiones, detenciones, deportaciones, prisión...
La Sal de la Tierra cuenta la historia, real, de una huelga minera iniciada en 1951 en Grant County, Nuevo México, contra la Empire Zinc Company. Los motivos de la protesta fueron, entre otros, la diferencia de salario entre los obreros de origen mexicano y los de origen anglosajón y la falta de medidas de seguridad que paliaran los accidentes laborales.
CÓMO SE CONOCIERON LOS CINEASTAS Y LOS MINEROS
Todo empezó cuando tres guionistas de Hollywood, Herbert Biberman, Paul Jarrico y Michael Wilson se plantearon buscar una historia real para una película. Los tres eran militantes comunistas y estaban incluídos en la famosa lista negra de Hollywood de la Era McCarthy, lo que les impedía trabajar en el cine norteamericano.
En el verano del 51, Paul Jarrico conoció a Clinton y Virginia Jenks, dos sindicalistas que habían contribuido a consolidar el sindicato de mineros del metal en Nuevo México y que estaban ayudando a los obreros en la organización de la huelga contra la Empire Zinc Company.
Inmediatamente, P. Jarrico llamó a sus compañeros M. Wilson y H. Biberman. Decidieron que Jarrico sería el productor, Biberman el director y Wilson escribiría el guión.
Clinton Jenks y los mineros se implicaron entusiasmados en el proyecto. Admitieron a los cineastas en las reuniones del sindicato y en sus casas y debatieron y votaron las correcciones del guión junto a Michael Wilson.
A excepción de la actriz mexicana Rosaura Revueltas y algunos actores más, el resto de los papeles serían interpretados por Clinton Jenks, los propios mineros y sus familias.
En cuanto al equipo técnico, como los sindicatos de profesionales de Hollywood prohibieron a sus afiliados trabajar en La Sal de la Tierra, fueron contratados entre los incluídos en la lista negra.
LOS ROJOS DE HOLLYWOOD EN SILVER CITY
Durante las primeras tres semanas el rodaje fue tranquilo. Hasta que un maestro local escribió una carta al Screen Actors Guild y a la Motion Pictures Association of America expresando su preocupación porque, según él, unos comunistas se habían establecido en Grant County y habían engañado a inocentes mexicanos para que trabajasen en un film sedicioso.
Días después el Hollywood Reporter publicó un artículo diciendo que "los rojos de Hollywood están rodando una película de propaganda racial antinorteamericana en Silver City".
Se llegó a decir que la verdadera razón por la que los cineastas estaban allí era la de espiar las pruebas de armas secretas que el ejército norteamericano realizaba en Los Álamos Proving Grounds. Según el senador Jackson, "cuando intentas esconder armas secretas, encuentras concentraciones de comunistas".
Este senador Donald Jackson fue uno de los principales enemigos de La Sal de la Tierra, sobre la que declaró, entre otras cosas, que era "un arma de Rusia", que estaba od"escrita deliberadamente para encender odios raciales" y "si esta película es exhibida en Latinoamérica, Asia e India, hará un daño incalculable no sólo a los Estados Unidos sino a la causa de la libertad en todo el mundo".
A partir de aquí, hubo intentos diarios de arruinar el rodaje: camiones con megáfonos insultando al equipo, avionetas sobrevolando el set con mensajes del tipo: "Sois unos hijos de perra", "acabaremos con todos vosotros", agresiones a miembros del personal por gente del pueblo, intentos de incendiar el material de rodaje...
SI QUIERE UNA REVOLUCIÓN EN ESTE ESTADO, SEÑOR, LA VA A TENER
Una noche Jules Schwerin, ayudante de dirección de Biberman, recibió una llamada telefónica de un desconocido diciendo que si no estaba todo el equipo fuera del condado antes de 24 horas, saldrían en ataúdes de Nuevo México.
Por si esto fuera poco, el sacerdote local que había simpatizado con el proyecto desde el principio, acudió poco después a verle, muy alarmado, porque se acababa de enterar de que unas noches antes, unos 150 vecinos habían jurado sobre la Biblia matarlos a todos.
Jules Schwerin, no quiso despertar a Biberman ni alarmar al resto del equipo pero pidió ayuda a tres dirigentes del sindicato de mineros. Cuando el ayudante de dirección les explicó la situación, los sindicalistas teléfonearon al Gobernador.
Este dijo que le llamaran por la mañana y ya hablarían. Los sindicalistas contestaron "No, señor. Estamos hablando con usted esta noche. Queremos protección militar o policial para mañana por la mañana a las ocho en punto". A lo que el Gobernador contestó: "Supongamos que no estoy de acuerdo". Y los mineros: "Entonces, Gobernador, haremos salir a los 10.000 mineros de las minas de Nuevo México y los armaremos. Si quiere una revolución en este estado, señor, la va a tener". A las ocho de la mañana del día siguiente, 300 policías protegían el rodaje.
La producción pudo seguir pero los problemas continuaron. La actriz protagonista, Rosaura Revueltas fue detenida, sometida a arresto domiciliario y, más tarde, deportada a México. Por lo que tuvieron que rodar las escenas que faltaban con una doble. Rosaura puso después su voz en sesiones clandestinas de doblaje en la habitación de un hotel en México.
CONTINUA EL ACOSO
Consiguieron acabar el rodaje pero los problemas no terminaron: El senador Donald Jackson consultó fuentes del gobierno y de la industria del cine en busca de posibles medios legales de parar el proyecto. Entre las respuestas recibidas había un telegrama del dueño de la RKO, Howard Hugues, que decía que "si el gobierno actúa inmediatamente para impedir que la película salga del país hacia otro lugar donde pueda acabarse, esta película no se terminará". Y añadía una lista de aquellos a los que había que presionar para que no trabajasen en la posproducción de película: laboratorios, proveedores, músicos, técnicos de sonido, dueños de salas de montaje, montadores, etc.
Como los laboratorios rehusaron procesar la película, el productor Paul Jarrico etiquetó las latas de celuloide con falsos títulos y recorrió el país con ellas, consiguiendo procesarlas en diferentes lugares.
El montaje tuvo que hacerse clandestinamente en los Ángeles y alrededores. El segundo de los cuatro montadores que trabajó con ellos era un informador del FBI, lo que les obligó a huir antes de ser detenidos y buscar otro sitio en el que acabar de montar.
Al fin, Biberman, Jarrico y Wilson consiguieron terminar La Sal de la Tierra. ¡Había llegado el momento del estreno!
Entonces las grandes productoras amenazaron con tomar represalias contra cualquier sala que exhibiese la película.
El 14 de marzo se estrenó en un cine de un barrio obrero de Nueva York. Sólo otros doce cines de Estados Unidos se atrevieron a exhibir la película.
Afortunadamente, pudieron sacar copias del país y La Sal de la Tierra llegó a Europa. Ese mismo año ganó el gran premio del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (antigua Checoslovaquia) y Rosaura Revueltas el de mejor actriz.
En 1955 fue seleccionada para su inclusión en el Festival de Edinburgo y le fue concedido el Gran Premio de la Academia de Cine de París.
LA LUCHA SIGUE
En 1956, Biberman, Jarrico y Wilson se embarcaron en una batalla legal contra Howard Hugues, el senador Jackson, los estudios, las distribuidoras (hasta 68 demandados) acusándoles de conspiración para suprimir la película. El caso fue retrasado una y otra vez hasta el otoño de 1964. El 12 de noviembre de ese año, dos meses después, los demandados fueron absueltos y La Sal de la Tierra nunca conseguiría distribución comercial en USA.
En 1992 fue una de las 100 películas escogidas por la Biblioteca del Congreso para su preservación. Hoy día, el National Film Registry la tiene incluída entre las películas norteamericanas "culturalmente significativas".